Suelo ir siempre con bastante tiempo de sobra, ya que cojo los últimos vuelos del día. Ese día iba tan sobrado como de costumbre. El metro no suele ir demasiado lleno, pero eran como las siete de la tarde. Supongo que el hecho de que fuera lunes, y hora de salir de trabajar, contribuyó a que fuera especialmente lleno. No había donde sentarse, y los que íbamos de pie íbamos especialmente apretados.
lunes, 25 de junio de 2012
En el metro de Valencia
Suelo ir siempre con bastante tiempo de sobra, ya que cojo los últimos vuelos del día. Ese día iba tan sobrado como de costumbre. El metro no suele ir demasiado lleno, pero eran como las siete de la tarde. Supongo que el hecho de que fuera lunes, y hora de salir de trabajar, contribuyó a que fuera especialmente lleno. No había donde sentarse, y los que íbamos de pie íbamos especialmente apretados.
Beatriz
Aquel día era como cualquier otro. Yo me senté en la mesa de siempre, en la terraza del bar, y al poco, mientras removía el azúcar en mi café, llegaba ella. Recuerdo que llevaba el pelo castaño recogido en una coleta. Apenas llevaba maquillaje, y unos ojos enormes eran protagonistas de su cara. La nariz chata y unos labios sugerentes parecían suplicar que los mordiera.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)